Ante la cadena de sucesos que acontecen en la República Árabe Libia con el avance de las fuerzas cipayas de la OTAN hasta la misma Trípoli y los permanentes crímenes de guerra y matanzas indiscriminadas contra la población civil , el Partido Comunista de los Pueblos de España denuncia:
1. El carácter imperialista de la intervención en Libia.
Los supuestos rebeldes, los bombardeos humanitarios de la OTAN, la intervención directa de grupos de élite de los ejércitos de la OTAN vulnerando su resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, la propaganda de guerra distribuida por los medios de masas y el papel legitimador de la intervención de diversos agentes políticos y sociales, forman parte de la misma hoja de ruta del imperialismo destinada a sustituir la República Árabe por un gobierno pro-occidental en la OPEP y en el Mediterráneo que suministre energía muy barata a las decadentes economías imperialistas. En su infinita hipocresía, los gobiernos imperialistas y sus lacayos árabes, no han dudado un instante en vulnerar sus propias resoluciones, facilitando ingentes suministros militares y hasta participando con fuerzas especiales en la guerra.
2. Los crímenes de guerra de la OTAN y sus tropas mercenarias.
Al margen de la propaganda de guerra, y gracias a medios independientes de los grandes monopolios de la información, se ha conocido de innumerables bombardeos de hospitales, escuelas, infraestructuras civiles y zonas residenciales por parte de los ejércitos de la OTAN. Igualmente se ha conocido de las torturas, ejecuciones sumarias, y crímenes raciales y sexuales por parte de las tropas mercenarias de la OTAN, con el único fin de quebrar la resistencia y voluntad de lucha del pueblo libio.
3. El carácter imperialista de las instituciones internacionales y sus leyes.
La ONU y su Consejo de Seguridad, el Tribunal Penal internacional y el cuerpo legal sobre el que se sustenta, sólo sirven a los intereses del imperialismo, justifican sus guerras de saqueo y rapiña y legitiman cualquier crimen, a la vez que proscriben cualquier gobierno o movimiento popular que no se somete a los designios imperiales.
4. El papel de España como cómplice y ejecutor de crímenes de guerra.
El Reino de España es responsable directo de la criminal agresión contra Libia, ha facilitado medios militares, propagandísticos y financieros a la agresión, a la vez que ha manifestado su apoyo político y financiero a los mercenarios libios a cambio de que los monopolios españoles puedan participar en el futuro saqueo de los recursos energéticos del país. Nuevamente, el gobierno español de turno se pone al servicio de la oligarquía, defendiendo sus intereses por encima de cualquier otra consideración.
5. El papel del reformismo y el oportunismo como justificadores de la agresión imperialista.
Desde el mismo inicio de las operaciones militares de la denominada “oposición”, sectores y organizaciones políticas de nuestro país, encuadradas en el reformismo y en posiciones de ultraizquierda, han planteado una posición tibia frente a la estrategia imperialista, cuando no justificadora de la misma. La asunción, por parte de organizaciones que se denominan comunistas o anticapitalistas, de posiciones intermedias más o menos cubiertas de retórica antiimperialista, favorece a las potencias agresoras, las justifica y ayuda a incrementar la confusión entre la clase obrera y los sectores populares.
6. El estado de guerra permanente contra los pueblos al que el imperialismo nos pretende someter.
El capitalismo, en su senil fase imperialista, requiere de la guerra para apropiarse de cuantos recursos necesite, su voracidad no tiene límites y solo puede conducir a la extinción de la humanidad. Después de llevar la muerte a todos los rincones del mundo como Afganistán, Irak, Líbano o Honduras, el imperialismo ataca Libia, y tiene su mirada puesta sobre los pueblos de Siria, Cuba, Irán, Venezuela o Bolivia. Es una guerra global y total contra los pueblos.
Ante esto, el PCPE no puede tener otra posición que su frontal oposición a toda forma de intervención y guerra que tenga como objetivo someter y expoliar a los pueblos, por ello el PCPE manifiesta:
1. Que ni el alzamiento militar contra el Gobierno Libio, ni cualquier régimen que surja de este acto de guerra, tiene ninguna legitimidad, en ningún caso responde a los intereses ni voluntad del pueblo libio, solo corresponde a los intereses del imperialismo de los EEUU y la UE.
2. Reiteramos nuestro compromiso en defensa de los pueblos. Nuestra oposición a cualquier acto de guerra de saqueo e injerencia, más aún si las agresiones se dirigen contra aquellos pueblos que se mantienen firmes en defensa de su independencia, no es una simple manifestación formal, sino que se basa en los principios del internacionalismo proletario.
3. Llamamos al conjunto de fuerzas antiimperialistas del mundo a aumentar los esfuerzos para la construcción de un Frente Mundial Antiimperialista, en defensa de la humanidad, por la paz y el progreso.
4. Es imprescindible hoy para los pueblos de Europa coordinar y multiplicar las luchas contra la OTAN. La coordinación de los Partidos Comunistas y Obreros en Europa es un paso fundamental para la articulación de una respuesta contundente que nos permita superar la UE y la OTAN, estructuras creadas solo para defender los intereses del capitalismo.
5. El PCPE reitera que hoy no caben posiciones ambiguas, sólo desde la frontal oposición al imperialismo, a sus estructuras políticas y militares, solo desde la frontal oposición a las políticas guerreristas del imperialismo, podremos superar el capitalismo. Ni la OTAN ni la UE son reformables, ni el capitalismo es humanizable.
Hoy se está escribiendo una nueva página de la infamia del capitalismo, quienes alientan, apoyan o excusan la barbarie deberán responder ante sus pueblos. Mañana los misiles pueden caer sobre Damasco, Caracas o Teherán, solo la acción decidida, la movilización permanente por la paz, contra el imperialismo y el capitalismo detendrá la barbarie.
¡Contra la barbarie y la guerra, por la paz y el progreso!
¡Ni OTAN ni UE, avancemos hacia el Socialismo!
Madrid, 1 de septiembre de 2011
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